NÁPOLES
“¡ Ve Nápoles y después muere! ” Pocas palabras de un antiguo dicho popular, citado también por Goethe (Viaje en Italia, 1787), que significa que, después de haber visitado la capital del sur, podría uno morir en paz, pues ya ha podido admirar su incomparable belleza. En realidad, Nápoles es más que una ciudad para ver, es una ciudad para vivir. Escuchar sus voces en los callejones del centro histórico, entre talleres de nacimientos y restos arqueológicos, entrando en sus iglesias góticas y barrocas, admirando obras maestras como el Cristo Velado y llegando hasta la Catedral, sede de culto del Santo Patrón de Nápoles, San Genaro. ¡Es lo que haremos juntos, en esa bella mañana en la que nos concederemos una pausa para degustar el café y pastelería típica local! Por la tarde nos dirigiremos al paseo marítimo de la ciudad, atravesando via Toledo, la calle que, a través de sus aparadores de ropa, perfumes y comida, nos llevará hasta la zona monumental de la Galería Humberto I, el Teatro San Carlo, el castillo “Maschio Angioino” y la gran Plaza de Plebiscito, donde se encuentra el Palacio Real y la Basílica de San Francisco de Paola.
Accesibilidad: posibilidad de recorrido sin barreras arquitectónicas